domingo, 28 de enero de 2007

NI SIQUIERA UN AVE

El día levanta la persiana bostezando
mi boca se abre sin preguntas
Una tribu de palabras enmudecidas
se enredan en mi lengua.
No es enojo es un sabor amargo
opresión en mi garganta atenazada.
Lágrimas aprisionadas
que me explotan de las órbitas.
Mis zapatos ciegos
descienden la escalera esclava.
Vuelven a subir y bajar
sin encontrar motivo de descanso.
Es verano profundo
maduro y profundo verano
Llega la tarde
mustia caída del atardecer agobiante
Ni siquiera un ave busca hilachas.
A través de la ventana,
alguien consumió
las distancias olvidadas.

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