INSTALO MI REINO

que sostiene mi cuerpo,
armadura de intemperie.
Tu risa adúltera rasgó la máscara,
que inflamaba la duda.
Testigo que castiga tu conciencia
herencia de una vida de injertos.
Instalo mi reino
soberbia como esfinge.
Epifanía secreta
dominio del silencio interminable.
Confuso inventario de mi costado impar.
Un hastío de café,
y es la borra que caduca la tregua,
la que fermenta suspiros perezosos.
Gesticula excusas a dos caras que se escurren,
bajo la felpa de todas las palabras.
Yo en mi reino
como esfinge de la nada.
Altiva conteniendo apenas
un sollozo vertical
en la doble tiniebla de mis ojos.
2 comentarios:
Muy buen poema, aprecio tu estilo
temperamentales tus versos
Enhorabuena
G. de la Costa
Deliciosa tu poesía me llega y mucho
un saludo de Bibi
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