Como un impulso que golpea las tinieblas
en la rigurosa oscuridad
la rutina gris de una campana
anuncia la medianoche.
Suena en los ecos rígidos de las paredes
entumecidas de tiempo,
de monstruos terribles,
como avispas enguantadas,
desvarío de plegaria encadenada
en altares de infierno.
Crudo habitáculo de condena y olvido.
Reclamo gimiente de sombra perdida.
Tabaco de insomnio a orillas del suicidio.
Como una burla astillosa
el canto demencial de grillos
rasguñan la noche penitente.